VALUE DRIVERS
No es posible valorar una única realidad, que es la empresa, de una forma absolutamente unívoca, desde un único prisma.
Cada valoración se apoya en unos “value drivers” o variables que defienden una valoración y su metodología de cálculo.
Así no es lo mismo valorar una participación o paquete de acciones mayoritarios de una compañía o un paquete de acciones minoritarias. En sí mismo, el objeto de valoración es el mismo, pero otorga derechos bien distintos. Tampoco es lo mismo, por lo tanto, la valoración de un paquete minoritario de acciones que otorga, sumado a otro paquete de acciones que ya es ostenta, el control de la compañía, en este caso debe añadirse al valor la denominada “prima de control”.
No es lo mismo valorar a empresas industriales, comerciales, tecnológicas o de internet.
No es lo mismo valorar activos tangibles (máquinas, inmuebles, etc….) que activos intangibles, inmateriales (marcas, patentes, royalties, fondo de comercio, concesiones administrativas….)
No es lo mismo valorar a una empresa en funcionamiento que a una empresa en proceso de liquidación.
No es lo mismo valorar un bien libre de cargas que un bien objeto de una herencia.
No es lo mismo valorar una empresa objeto de una fusión o adquisición que a una empresa independiente, dado que en lo primer caso se podrían generar sinergias, objeto de valoración, en definitiva 2+2 no son 4, en término de procesos de valoración.
Hay empresas que valen más separando y vendiendo sus activos de forma independiente, que la empresa en su conjunto.
No es lo mismo valorar a una empresa independiente que a una empresa para un proceso de OPV (Oferta Pública de Venta) u OPS (Oferta Pública de Suscripción).
En definitiva, cada valoración se sustenta en una serie de value drivers que hace que dicha valoración sea consistente.